¡No está aquí, ha resucitado!
“¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? ¡No está aquí, ha resucitado!” (Lc 24,5). El Señor está vivo, el mismo que vimos crucificado y sepultado no está en el sepulcro, ha atravesado el umbral que nadie había pasado jamás y lo contemplamos glorioso, revestido de majestad y hermosura. Cristo ha vencido la muerte, pero no sólo su muerte, sino también la nuestra; su vida inmortal es garantía de nuestra inmortalidad; su victoria es certeza de nuestro triunfo futuro; su sacrificio está unido al nuestro, y si morimos con Él, podemos estar seguros que resucitaremos con Él.
Regina Caeli, laetare, alleluia:
quia quem meruisti portare, alleluia.
Resurrexit, sicut dixit, alleluia.
Ora pro nobis Deum, alleluia.
V. Gaude et laetare, Virgo Maria, alleluia.
R. Quia surrexit Dominus vere, alleluia.
Oremus.
Deus, qui per resurrectionem Filii tui, Domini nostri Jesu Christi, mundum laetificare dignatus es: praesta, quaesumus; ut, per ejus Genitricem Virginem Mariam, per petuae capiamus gaudia vitae. Per eumdem Christum Dominum nostrum. Amen