domingo, 14 de junio de 2009

Corpus Christi 2009


María Santísima Divino Sagrario.










En un inusual festejo de Corpus Christi en la capital del país, la Arquidiócesis de México convocó a una celebración orante y festiva a las calles del Centro Histórico, bendijo a los futuros ciudadanos del mañana y trazó con su peregrinar piadoso su solicitud expresa de conversión del país: “Es una de las fiestas más luminosas y más profundas de nuestra religión… porque Cristo vino a nosotros, se entregó por nosotros y se quedó con nosotros para acompañarnos en el camino de nuestra vida”, exclamó el Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo de México.

Comenzaba a iluminar el día la plazuela de la Inmaculada Concepción Tlaxcoque, cuando sacerdotes, religiosas y fieles de la capital se dieron cita en el ancestral templo dedicado a Santa María que en el origen de la ciudad de México delimitaba sus fronteras. Pronto llegó el Cardenal Norberto Rivera Carrera con el Colegio Episcopal en pleno y se dio inicio a la Celebración Eucarística.

Dentro del acto litúrgico, el Arzobispo dirigió la bendición y consagración de los niños presentes para que, en el futuro, siendo adultos, alcancen la madurez moral y humana por el bien de la sociedad mexicana. Luego dio paso a la procesión.






Monseñor Diego Monroy Rector de la Insigne y Nacional Basilica de Guadalupe.


Ilustrisimos Señores Obispos Auxiliares de Arquidiocesis de México.







Caminar con el Señor

Movimientos laicales católicos, danzantes, feligreses en general, sacerdotes locales y comunidades religiosas de la ciudad de México emprendieron una marcha de uno y medio kilómetros desde la plazuela de La Concepción Tlaxcoaque hasta la Catedral Metropolitana de México.

En el tradicional bullicio de la avenida 20 de noviembre la procesión rompió la cotidianeidad de los locales comerciales, del trajín diario de los transeúntes. A su paso, la procesión Eucarística interrumpió la inercia de la capital: el Jueves de Corpus se apersonó en la realidad citadina y, por un instante, el centro neurálgico del país se silenció ante el paso de Jesús Sacramentado.

“Hemos caminado tras Aquél que es el camino. Con el don de sí mismo en la Eucaristía, el Señor Jesús nos libra de nuestras “parálisis, nos levanta y nos hace proceder, es decir, nos hace dar un paso adelante, y luego otro, y de este modo nos pone en camino, con la fuerza de este pan de vida”, resumió el Arzobispo al finalizar el peregrinar.

Y explicó: “Esta Arquidiócesis decidió dar un nuevo impulso en su caminar después del segundo Sínodo. Podemos decir que fue una opción ‘corporativa’ y que en estos quince años hemos trabajado fuerte para que ese caminar se convierta en opción ‘personal’, ya que se requiere que la opción de seguir a Cristo y de ser su misionero, sea una opción personal libre y generosa, porque implica convicción, compromiso y perseverancia en la formación permanente, seguir un plan y un programa de pastoral encarnada y testimonial y poner signos visibles de la comunión eclesial que vamos construyendo los que queremos ser discípulos y misioneros de Jesús. La procesión del Corpus Christi nos enseña que la Eucaristía nos quiere librar de todo abatimiento y desconsuelo”.




















Danzantes.



Ingreso a la Plaza de la Constitución de Cadiz en la Ciudad de México.




Hermanas Misioneras de la Caridad.





Fe en la vida

Casi concluida la procesión, el Cardenal Rivera Carrera se detuvo un instante a adorar la Eucaristía, a enviar su mensaje pastoral a la Iglesia de México y a bendecir con el Santísimo Sacramento a la ciudad: “El Señor ha salido a nuestras calles a bendecir y a estar con su pueblo, con esta su ciudad ofendida por la inseguridad y la violencia, por la pobreza material y espiritual, por leyes que violan el derecho más fundamental de todos los derechos humanos, el derecho a la vida, e ignoran la naturaleza misma del matrimonio fundamento de la célula básica de la sociedad que es la familia”, exclamó el Arzobispo enmarcado por los emblemáticos edificios del Centro Histórico.

Concluyó este momento del Corpus entorno al Obispo, con el fulgurante sol de primavera las comunidades de los más de mil templos capitalinos hicieron otro peregrinar, esta vez a sus localidades para que allí, entre los suyos, refrendaran la misión que a mediodía les encomendó su Pastor: “Nuestro deber, hermanos y hermanas, es anunciar festivamente la fraternidad y la solidaridad en nuestras comunidades, y para eso es preciso tener una sensibilidad verdaderamente cristiana, y una coherencia en nuestra propia vida; somos signos sacramentales del amor de Dios y por lo tanto nuestro ser y nuestro actuar tienen una misión sobrenatural, y una presencia humana para bien de esta sociedad moderna que vive en una oscura desesperanza y carece del verdadero amor”.








Cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México agradeciendo a los Caballeros de Colón y a los Heraldos del Evangelio haberlo acompañado en la procesión.


Monumento del Siervo de Dios Juan Pablo II en el atrio de la Catedral Metropolitana de México.



Viva Jesús Sacramentado , Viva y de todos sea amado.